jueves, 11 de agosto de 2011

ESTALLIDO DEL MODELO ECONÓMICO IMPLOSIÓN DEL SISTEMA POLÍTICO


ESTALLIDO DEL MODELO ECONÓMICO IMPLOSIÓN DEL SISTEMA POLÍTICO


1-1-          Los argentinos se encuentran perplejos ante un nuevo fracaso de sus instituciones y desmoronamiento de sus esperanzas.
No es la primera vez que en la historia argentina un período de aparente florecimiento es sucedido por una especie de hecatombe que abarca todas las manifestaciones de la vida nacional. Un conocido autor y al mismo tiempo ignorado, el doctor Arturo Jauretche señala en su obra, “El Medio Pelo en la Sociedad Argentina” (Apuntes para una sociología nacional), los tres fracasos de la burguesía en nuestro país. La obra fue escrita hacia 1966. Tiempo después (1974) el autor moría y no podía examinar dos nuevos fracasos de esta clase social como el que significó la caída del peronismo en 1976 y el estallido del modelo neoliberal al cual se adscribió la burguesía argentina a partir del triunfo en las elecciones de 1989, del doctor Menem, y cuyo epitafio fue escrito por las cacerolas en la Plaza de Mayo el 20 de diciembre de 2001.

1-2-          Sobre la Burguesía y sus Fracasos:
Hacíamos referencia en el párrafo anterior de que encontramos en nuestra historia momentos de aparente florecimiento que son sucedidos por verdaderas hecatombes, “es que en toda colonización hay ese momento próspero mientras se avanza hacia el límite óptimo de sus necesidades. Y el frenazo después”[1] Previo a Caseros se desarrolló en nuestro país un intento de pasaje relativamente exitoso de la sociedad precapitalista a un capitalismo nacional que era capaz de presentarse al mundo como independiente y defender su soberanía. Los teóricos del liberalismo acompañaron la penetración del interés internacional  después de Caseros y propiciaron la adscripción de nuestro país a la división internacional del trabajo, como la perspectiva inevitable y única de progreso. Lo que se impuso en definitiva fue un liberalismo internacional ortodoxo que necesitó de las sangrientas intervenciones del General Mitre y sus Generales orientales para domesticar al interior arrasado por la manufactura extranjera que obviamente resistía al nuevo modelo. El mismo debate entre un liberalismo nacional que atendiese las necesidades del mercado interno o un liberalismo internacional ortodoxo que se olvidase de éste y centrase su atención en el mercado internacional, fue desarrollado por Hamilton y Jefferson en los Estados Unidos, pero afortunadamente para los norteamericanos se impuso en toda la línea el planteo liberal nacional como ha sido estudiado tanto por autores norteamericanos, como por autores argentinos, Frondizi, Abelardo Ramos, Jauretche, entre otros. Los vencedores en la Argentina tanto en la literatura como en las armas fueron los segundos, y las consecuencias fueron una derrota nacional, pérdida de la soberanía, adscripción a la división internacional del trabajo, condenándonos a la primarización de la economía, poniendo en el centro de la escena política la ingobernabilidad de estas tierras como así también la permanente pérdida de legitimidad del poder tanto en su origen como en su ejercicio. Es lógico entonces que las instituciones inspiradas en las de Estados Unidos no rindiesen aquí su esencia en razón de que pensadas para una sociedad en pleno desarrollo de sus fuerzas productivas y maduración del capitalismo, debían contener una sociedad en retroceso. En los Estados Unidos por el contrario,  el norte liberal industrialista derrotó al sur productor de materias primas y adscripto a la división internacional del trabajo. La sociedad burguesa en desarrollo disfrutó de su ideología, el liberalismo, y de las instituciones que de él brotaban. Durante siglo y tanto el problema de la gobernabilidad y de la legitimidad fue un problema distante para los hombres de Washington. De tal modo que mientras en el norte la burguesía iniciaba un largo camino de éxitos, en nuestro país posterior a Caseros asistíamos al primer fracaso de la burguesía.
Hacia 1880 el interior ha vencido a los porteños y ha federalizado la capital y su aduana. Se abre una nueva perspectiva y una novedosa posibilidad de impulsar una Argentina industrial, orientada por un liberalismo nacional que confronta con el modelo oligárquico portuario. El presidente Avellaneda ha modificado la tarifa de avalúos, la generación del ’80 presenta pensadores como los hermanos Hernández, Carlos Pellegrini, Osvaldo Magnasco, etc. Uno de ellos dirá “no hay en el mundo un solo estadista serio que sea librecambista en el sentido que aquí entienden esa teoría. Hoy todas las naciones son proteccionistas, y diré algo más, siempre lo han sido”... y agrega “es necesario que en la república se trabaje y produzca algo más que pasto”. A 120 años de aquellas palabras, éstas mantienen toda su vigencia. Sin embargo, aquellos enunciados teóricos fueron arrasados por una política práctica que oligarquizó a la generación de Roca que a la postre fracasa como tentativa de grandeza nacional vencida por el crecimiento de la importancia económica de las pampas, de las lanas del sur, de los títulos de propiedad y la especulación financiera. Quince o veinte años después de su nacimiento, la pretendida industrialización era apenas un recuerdo, y los límites políticos que acompañaban su desenvolvimiento conducen a la exclusión de la mayoría de los argentinos que buscarán otros canales de expresión política frente a lo que denominarán “El Régimen”, que resultará vencido por “La Causa”. Pero eso ya es otra historia y se ha asistido al segundo fracaso de la burguesía.
A partir de 1945 se pone de manifiesto en nuestro país una verdadera tentativa de economía nacional a gran escala más profunda, superadora y moderna, que el ensayo tímido de los tiempos de Rosas. Las circunstancias internacionales de la guerra y la postguerra fueron el marco internacional relativamente favorable que posibilitaron un período de desarrollo y prosperidad económica. No tiene sentido, por la índole del trabajo, describir este momento histórico, pero sí marcar que la dinamización de las fuerzas productivas generó un potente mercado interno y consolidó el crecimiento de trabajadores industriales, muchos de ellos provenientes del interior, y al mismo tiempo, una clase empresaria industrial con intereses ligados a los de la nación y ocasionalmente despegada de los sectores propietarios de la tierra, ya definitivamente oligarquizados y soldados a la división internacional del trabajo. Ambos sectores sociales, que expresaban dos países distintos y dos rumbos distintos hacia el futuro, coexistieron políticamente durante una década. Sin embargo, en medio de su prosperidad, este sector social marcha rectamente hacia un nuevo fracaso sin comprender que su existencia estaba directamente ligada al conjunto de intereses que habían posibilitado su desarrollo (mercado interno, interés nacional). De tal modo que actuó, salvo raras excepciones en una inteligencia común con la vieja oligarquía admitiendo que ésta promoviese el golpe de Estado de 1955. En estas circunstancias históricas, tuvo muchísimo que ver una categoría política caída en desuso cual es la de la “colonización cultural” que le impidió a sectores burgueses y pequeños burgueses de nuestro país, comprender que su enemigo no era el General Perón, el peronismo y el Estado antioligárquico o nacional popular generado en aquella época, sino aquellos intereses ligados a reprimarizar la economía nacional que permitirían a la postre que lentamente se fuera dando marcha atrás al proceso de sustitución de importaciones, a las conquistas sociales del peronismo, y en el plano internacional la pérdida de la visión de un bloque regional que había tenido principios en la constitución del ABC (Argentina, Brasil y Chile) como un incipiente intento de reafirmación latinoamericana. La imposición en parte de un modelo económico ligado al Fondo Monetario Internacional a partir de 1957 y el principio de las políticas de ajuste con cíclicas violaciones de los derechos sociales y políticos, pondrían en tela de juicio la gobernabilidad del país y durante dieciocho años, no hubo posibilidades de legitimar el poder político si no era a partir del regreso del presidente depuesto en 1955.
Se verifica en este período histórico hasta 1973, que cada intento de instalar un modelo orientado por la ortodoxia liberal fondomonetarista, vaciaba de contenido los enunciados de democracia, orden, república, y uno a uno los intentos de reciclar un modelo antinacional fracasaba. Los golpes del Estado, la represión y su contracara, la resistencia peronista, las intervenciones a las provincias, las grandes puebladas del interior del país, el Cordobazo, el Mendozado, la guerrilla y su contracara, el terrorismo de estado, así lo demuestran.
En 1973, en un breve interregno, vuelve a la Casa Rosada, Juan Domingo Perón intentando llevar adelante los viejos objetivos con distintos mecanismos. La burguesía vuelve a demostrar que no está para el éxito y adhiere en 1975 a un plan de ajuste dictado por el interés extranjero y los sectores oligárquicos aislando al gobierno peronista. Este nuevo plan impulsado por López Rega y Rodrigo encuentra resistencia dentro del propio movimiento peronista y los sectores más lúcidos del sindicalismo. La conclusión es que no se puede ajustar sin represión, y la consecuencia directa es el 24 de marzo de 1976. Se puede decir que la burguesía resuelta a domesticar los reclamos de los trabajadores, volvió a pasarse de bando y tiempo después quedaría demostrado que se produciría una oleada de quiebras como jamás hubiesen imaginado. Lo que quedó de aquel empresariado surgido al amparo del peronismo se compradorizó y el que no lo hizo fue porque en alguna actividad monopólica u oligopólica pudo seguir subsistiendo con el mercado interno. Este momento de la historia argentina se lo identifica con la “plata dulce”. Un espejismo de prosperidad que más allá de las explicaciones científicas que de él se puedan dar está agudamente descripto con su marco cultural en la película del mismo nombre, que ya es un clásico del cine argentino. Pero como ya sabemos, después de un breve período de aparente prosperidad, el frenazo y la hecatombe. Las instituciones, sean cívico-militares y sangrientas, como las de Martínez de Hoz y Videla, o con fachada democrática, no son suficientes para seguir expresando un momentáneo consenso, y la nueva crisis económica derrumba nuevamente el sistema político.

2-                 En nuestros días, octubre de 2002, los ciudadanos de nuestro país transitan la incertidumbre de no saber con seguridad si en diciembre del corriente año, las internas partidarias resolverán las candidaturas presidenciales, y tampoco saben si el 30 de marzo se elegirá el nuevo presidente. No están seguros tampoco de que el 25 de mayo la banda presidencial cubra el pecho de otro presidente y por lo tanto menos saben aún de cuales serán los mecanismos para recorrer todo este proceso. En toda esta confusión se incluye la posibilidad de que las internas sean abiertas o semiabiertas o ley de lemas simultáneas, etc. (¿será inconstitucional?).
La falta de respuestas a todos estos interrogantes son respondidos a partir de dos grandes argumentaciones. Uno, que hay una crisis profunda de representación política. Dos, que su causa es la corrupción. Desde Moria Casán, pasando por Granados o De Pablo, hasta Jorge Rial o cualquier otro ignorante o frívolo que aparezca en las pantallas de televisión “descubrirá” que los políticos son corruptos y que de ahí nacen todas las incertidumbres que acabamos de señalar en el párrafo anterior.
Es más, por la misma razón hay desocupación, y por lo mismo el país está en bancarrota. La conclusión de muchos de ellos es “que se vayan todos”. Ni siquiera están en condiciones de plantear algo más corajudo, como por ejemplo, “los vamos a echar a todos”, y mucho menos aún, “después que los echemos a todos vamos a subir nosotros”, puesto que esto ya sería un compromiso inadmisible en una sociedad que en enormes sectores está dominada por un individualismo egoísta cuasisuicida, a quien le preocupa mas sacar el pasaporte que averiguar cuales son las causas de nuestra desesperanza. La colonización cultural, que hoy ingresa particularmente por los medios de comunicación masiva ha hecho estragos en la conciencia de los argentinos. Baste aclarar que la libertad de pensamiento y de expresión se llevan de patadas con la realidad. Veamos un ejemplo de libertad de expresión:
Empresas del Grupo Clarín: 100 % Diario Clarín; Diario Los Andes de Mendoza; Fonovoz; Intervoz; participa de DirecTV – Galaxy Latin América (51 % en Argentina) 100 % Multicanal; Red Argentina S.A.; Vidycom; Cablemundo; Videomar; 25,5 % de CTI; socia de GTE; Fincable S.A., Cabtel S.A. y Dalsat S.A. de TELEFE, factura 350 millones anuales; TRISA; 97 % de ARTEAR S.A., Canal 13 – Todo Noticias y Volver; 100 % RADIO MITRE – AM 80, FM 100, 82 repetidoras, factura 26 millones; 50 % INVERSORA DE EVENTOS: PORCENTAJES EN Tele Red Imagen, Televisión Satelital Codificada, TyC Sports, Adtime S.A. Publicitaria, TyC Uruguay S.A.; 50 % Editora Trasandina de Revistas S.A. Revista Elle; convenio con la BBC que ofrece Clarín a través de Clarín Digital por Internet; Convenio con Santillana y diario El País de España; 100 % BATSA (CATV); Audiotel; SUPREME TiCKET; acuerdos con IBM; tiene los derechos de televisión de la FIFA; CIMECO; y eso no es todo.
La expresión libre frente a esta concentración oligopólica de los medios de comunicación de los cuales acabamos de dar solo una muestra, no es fácil. “La televisión invierte la evolución de lo sensible en inteligible, y los convierte en ictu oculi, en un regreso a un puro y simple acto de ver. La televisión produce imágenes y anula los conceptos y de ese modo atrofia nuestra capacidad de abstracción y con ello toda nuestra capacidad de entender”[2]. El mismo autor agrega, “y este es el proceso que se atrofia cuando el homo sapiens es suplantado por el homo videns. En este último, el lenguaje conceptual (abstracto) es sustituido por el lenguaje perceptivo (concreto) que es infinitamente más pobre: más pobre no solo en cuanto a palabras (al número de palabras), sino sobre todo en cuanto a la riqueza de significado, es decir, de capacidad connotativa”.
Los argentinos, muchísimos de ellos criados con más horas frente al televisor que en la escuela, por lo tanto con las nuevas generaciones con poca capacidad para entender y con grupos de multimedios que atenazan la libertad de expresión de los pensamientos atenazados por la imagen, es caldo de cultivo para que la colonización cultural haya infectado la capacidad de comprensión de enormes sectores de la sociedad argentina. Quienes manipulaban desde la cátedra o el medio de comunicación, desde el prestigio o la editorial, esta forma particularmente dañina de colonización, fueron descriptos y caracterizados en los Profetas del Odio por el doctor Jauretche. Hoy seguramente los llamaría “los profetas de la estupidez”.
En estas circunstancias en las que se forma la opinión pública, resulta por tanto, mucho más sencillo en una mirada unilateral, señalar a la corrupción como la causa de todos los males. La frivolidad aplaude. Sin embargo, tenemos la pretensión de vincular los males actuales de la Argentina a sus verdaderas causas, cuales son la vigencia de un modelo neoliberal en lo económico, vigente en forma ininterrumpida por más de 25 años, que ha buscado su legitimación a partir de las categorías político-culturales impuestas de arriba hacia abajo para justificar el ajuste de abajo hacia arriba, que determinó que en la profundización de ese modelo se obtuviese como consecuencia el mayor sufrimiento del subsuelo social hacia la superficie y la mayor incomprensión desde la superficie hacia el subsuelo.
El estallido de este modelo económico y sociocultural ha determinado una implosión del sistema político, no solo del régimen político de gobierno, sino de todos aquellos organismos vinculados al sostenimiento del modelo mencionado, como por ejemplo la FUA, la mayoría de los sindicatos, etc.
El 20 de diciembre ha mostrado hasta la fecha el momento de mayor tensión entre el modelo aplicado y las demandas de la sociedad. Ha puesto de manifiesto el hecho de que las burocracias de los partidos políticos del Estado y de otras organizaciones pretendidamente representativas han estado vinculadas al sistema rentístico-financiero de transferencia de riquezas al exterior e incorporación de pensamiento extraño e inservible a la solución de los problemas de los ciudadanos. La consecuencia directa ha sido que el sistema político articulado con aquel tipo de dominación haya ingresado en medio del repudio en una crisis de apariencia terminal. Es nuestro interés describir, para comprender, los modos de funcionamiento del modelo que acaba de estallar como así también los vicios ocultos del sistema político que lo representó.

2-1- La Corrupción Como Explicación Frívola
Un pensador contemporáneo, argentino, Alberto Buela, dice “nuestra tesis es que el disenso es lo que permite crear teoría crítica, tanto en ciencias sociales como en filosofía. Y hoy la mediocridad de ambas disciplinas radica en esta incapacidad de pensar críticamente. O lo que es lo mismo, explica la vigencia de un pensamiento único”.[3] Es obvio que el pensamiento único será no crítico y por lo tanto frívolo. La frivolidad admite que una sola causa explique todas las cosas. Por cierto admite que la corrupción sea la causante de todos los males de la Argentina. Y los zonzos, los azonzados y los gorilas (intencionadamente zonzos) se sienten satisfechos con esta argumentación. Agrega el mismo autor más adelante que “así el pensamiento consensual por boca de los gurús de turno nos dice que la crisis de representatividad política radica en la corrupción de los políticos y propone múltiples mecanismos para purificarlos: eliminación de las listas sábanas, no repetición de los mandatos, declaraciones juradas de bienes, etc., etc., mecanismos que no son de suyo malos, pero que no llegan al meollo profundo del problema, pues son pensados desde un pensamiento no crítico, sino desde el pensamiento conformista. Por el contrario, pensar desde el disenso implica caracterizar la crisis de representatividad política no como una falla de los medios en su construcción, lo cual no es falso pero no es suficiente para especificarla, sino porque lo que está en juego es la anulación de la política dado que ha cesado el principio de soberanía de las naciones”.
La corrupción, el fenómeno político por medio del cual un funcionario público es impulsado a actuar de modo distinto a los estándares normativos del sistema para favorecer intereses particulares a cambio de una recompensa, siendo este concepto el modo en que es entendido por casi toda la sociedad, es en si mismo un lastre para el interés general. La torpeza o la mala intención consiste en desalojar del centro de la escena cuáles son las otras causas de nuestra decadencia, que superan en lo político la crisis de representación para sumirnos en una implosión del sistema. En momentos en que las demandas sociales son adecuadamente procesadas por el sistema político que coadyuva a fortalecer la identidad y a la tarea de integración social, podríamos decir que el mismo se expande y aparece al entendimiento como inclusivo. Cuando sucede todo lo contrario, el sistema implota: puede caer un presidente, o huir en helicóptero, y al mismo tiempo quedar cuestionado todo el sistema de relaciones de la dirigencia política, y concomitantemente no verse en el horizonte su reemplazo. La actividad política, no solamente sus representantes, se desdibujan hasta desaparecer en el horizonte de la comprensión. El sistema en crisis no encuentra reemplazos.

2-2- Decrecimiento de la Calidad del Sistema Democrático
Los factores explicativos de la crisis de representación que según Daniel García Delgado[4] van desde la crisis de legitimidad, pasando por un contexto internacional desfavorable, hasta la crisis de los grandes relatos y la influencia de los medios de comunicación, incluyendo muchos etcéteras, son superados por esta imposibilidad de reemplazos en el imaginario colectivo. El sistema político no solo está en crisis, implota. Como diría Joan Manuel Serrat, pasa “por esa segunda inocencia que da en no creer más en nada” que traducido en términos políticos es no encontrar los mecanismos para volver a creer.
La descripción de cómo estalló el modelo incubado en el último cuarto de siglo, forma un segundo capítulo de este trabajo.
3-             La Imposición del Modelo Neoliberal: “A Paso de Vencedores”
De la proscripción a la abstención.
Hemos dicho junto con Buela que en el marco de la globalización cesa “el principio de la soberanía de las naciones”. Si el sistema representativo se funda en la representación de la Nación y esta última es agredida desde el ámbito interno y desde el ámbito exterior, es obvio que la dificultad radica en qué es lo que hay que representar. Aparentemente nos quedamos sin sujeto a representar.

3-1-          Globalización y Soberanía: ¿Dos Términos Excluyentes?
Se hace necesario entonces examinar la relación entre estos dos términos y en este sentido determinar si el primero ineluctablemente debe eliminar al segundo.
“La globalización no debe ser una nueva versión del colonialismo”, ha dicho Juan Pablo II.
Es verificable en la historia de la dominación de unas naciones sobre otras, distintas fases o etapas que se han ido desarrollando al mismo tiempo que el sistema capitalista, tal como tradicionalmente se lo conoce. Así, se puede comprobar la existencia de imperios coloniales con ocupación militar que abarcan los cuatro o cinco siglos (a partir del nacimiento de los Estados modernos) previos al mil novecientos, entre los que se destaca, entre otros, el imperio colonial inglés y sus atroces invasiones en los distintos continentes y regiones (Australia, América, África, India, China, etc.).  Esta etapa se vio sustituida por una nueva forma de agresión a la que se denominó “imperialismo” (sobre la mundialización del sistema capitalista ver [5]), que no se basaba ya en la ocupación militar, sino que a esos mismos pueblos ya conquistados y sometidos, se les otorgó una independencia puramente formal a través de un fuerte arrebato de su identidad cultural. La colonización cultural fue su instrumento, siguiendo las reflexiones de Arturo Jauretche[6].
La excusa que encubrió la primera de estas etapas fue llevar el progreso material y la salvación eterna a los “bárbaros y salvajes” que poblaban aquellas regiones. A la segunda etapa la presidió otra excusa motivada por la necesidad de legalizar el sistemático drenaje de riquezas hacia las metrópolis. El ropaje democrático, ya sin presencia militar extranjera, o, alternativamente, ciertas dictaduras,  no les sentaron mal. En uno u otro caso, el empobrecimiento de los pueblos agredidos y la destrucción de sus culturas fue la consecuencia necesaria.
Hoy, aquellas formas de opresión se han trasmutado en globalización, que no solamente significa una inocente integración al nivel de aldea global, sino  una ideología de dominación de unos pueblos sobre otros, en cuyo altar se sacrifican las identidades nacionales como única alternativa de progreso.  “Esta dimensión se manifiesta en la expresión “homo oeconomicus”, y se cristaliza en tres hipótesis: la superioridad del mercado fundada en la misma naturaleza humana y orientándose espontáneamente al equilibrio justo entre los hombres; la nueva política económica como garantía para un crecimiento continuo y plena ocupación; y la convicción de que no existe alternativa alguna al capitalismo de alcance mundial”[7]
El Santo Padre, con relación al tema ha dicho: “El mercado impone su modo de pensar y actuar y estampa su escala de valores sobre el comportamiento”.
Esta realidad se produce puesto que una “elite” acaudalada, primer subproducto de la concentración de riquezas, controla la ciencia, la tecnología de punta, los medios de comunicación, los recursos naturales del planeta y fundamentalmente el sistema financiero global en su exclusivo beneficio y en detrimento de la inmensa mayoría de la población del mundo y de su ecosistema[8].
Es lógico entonces que quién predica el amor, la solidaridad y las conductas éticas en la actividad política, clame para terminar con este estado de  cosas.
La integración creciente de los pueblos, que se incrementa día a día merced a la aceleración constante de las tecnologías, (“Cuando un japonés se resfría, alguien estornuda en Buenos Aires”) es un hecho irreversible, y oponerse a él es como en su momento haberse opuesto a la industrialización. La conducta correcta en aquella época fue concebir a los sindicatos como la organización adecuada para reclamar los derechos de los trabajadores frente a la nueva sociedad industrializada. Asimismo fue correcto reivindicar los derechos soberanos de las naciones frente a los atropellos colonialistas e imperialistas.
Lo cierto hoy es que la interrelación planetaria no es inocente; no es inocua; y además, está presidida por un discurso que ha decretado la muerte de la historia, la muerte de las ideologías y el ocaso de las soberanías, instalando, en los hechos, una dictadura de “ideología única” sustentada en la dictadura de los mercados, que imponen “su modo de pensar y actuar...”.
Corroborando lo dicho, podemos agregar que existe un agravamiento de las disparidades socioeconómicas, tanto en América Latina como en la Argentina. Las razones son:
a)      El empleo cae por más que crezca la producción, y si esta cae, cae mucho más el empleo.
b)      Las políticas de flexibilización laboral, con una tendencia a la sustitución del derecho laboral por el derecho civil clásico.
c)      Deterioro de los salarios reales.
d)      Existencia de una sociedad dual en la Argentina en la que se ha formado un subsuelo social excluido que en las actuales condiciones no podrá ser recuperado.
e)      El impacto de las privatizaciones ha acelerado el resultado de todas estas variables.
f)        El deterioro ambiental es tolerado y fomentado.
Si bien estos son los datos que arroja la realidad concreta y actual, aceptados muchos de ellos por el Banco Mundial, la ideología única dice que la apertura económica, la concepción neoliberal y la libertad de los mercados es el tren de la historia que no debemos perder y constituye la única alternativa posible.
Para lograr estos propósitos, los “globalizadores” nos dicen a los “globalizados”, que, entre otras medidas, es necesaria una progresiva desaparición del Estado y, partiendo de ello, la soberanía política pasa a ser una supervivencia cuando menos innecesaria. La frase sería: “Todo el mercado que fuera posible; solo el Estado que fuera necesario”.
Es sabido, sin embargo, que el poder político del Estado, articulado por la participación democrática de la sociedad civil, es el único capaz de neutralizar los perfiles más perversos y depredadores del capitalismo salvaje, siendo esto lo que explica la necesidad del bombardeo permanente al concepto de soberanía política.
Los globalizadores, cuando se piensan a sí mismos, no disuelven sus poderes soberanos. Cuando se reúne el “Grupo de los Siete”, se reúnen siete Jefes de Estado. En estas reuniones políticas se fijan tasas de interés, tipos de cambio, etc. La inteligencia de esta elite política se reúne en Davos todos los años según nos cuenta Vittorio Orsi, en el World Economic Forum. El discurso inaugural pronunciado por Leuenberger decía en uno de sus párrafos, que “el W.E.F. es un símbolo de una civilización global en un mundo en el cual los confines caen abriendo el sueño a posibilidades y libertad sin límites”[9]. Este discurso era escuchado por la flor y nata del pensamiento único mundial: mil dirigentes empresarios, doscientos cincuenta líderes políticos, doscientos cincuenta expertos académicos y doscientos cincuenta líderes mediáticos. El frío transparente y energizante de Davos así descripto por Thomas Mann, envolvía al globalizado auditorio que escuchaba absorto, luego de haber comido, alguno de ellos, en un lujoso restaurante toscano, elegido por el matrimonio Pescarmona (“habitué” en Davos). En estas charlas previas se hace muy difícil discutir sobre las soberanías atropelladas por los bancos.
En el mismo sentido, cuando Alan Greenspan, Presidente de la Reserva Federal de los EE.UU, baja la tasa de interés en su país, no se entera por los diarios. Está tomando una decisión política soberana. Los comunicadores en la Argentina (“gurús” de la economía) dirán que es el “libre juego de la oferta y la demanda”, y en la Argentina, el propio presidente De la Rúa, se enteraría por los diarios que en su país subió o bajó la tasa de interés, o que fugaron 20 mil millones de dólares.

3-2-          Opciones Mirando al Futuro:
Es interesante para examinar el tema, considerar el punto de vista adoptado por Ludovico Videla[10] que nos aclara la cuestión.
De acuerdo con este autor, decimos, que frente a la cuestión de la soberanía política, podrían agruparse las posiciones teóricas en tres grandes grupos. El primero dice que es una categoría política en extinción y se funda en los presupuestos de la ideología única a la que hicimos referencia. El segundo confundiría la soberanía política con un tradicionalismo culturalmente ineficaz, reducido a un nacionalismo de fronteras que encerraría a uno treinta y siete millones de argentinos desconfiando de brasileños y chilenos, ignorando aquello de “unidos o dominados”. El tercero es aquel que intenta redescubrir el Estado, definir su necesario poder soberano y buscar un nuevo rumbo con los países afines hermanos de la región, en un nuevo concepto de nacionalidad.
De acuerdo a lo que hemos desarrollado a lo largo del texto, se entiende que el camino que nos encierra en el “club de los ricos” como camino único, nos priva de la realidad y del concepto de nación soberana y nos condena a condenar la política. Luego, la actividad política detenida al borde al abismo, da un paso adelante, e implota.

3-3-          Partida del Nacimiento del Modelo Neoliberal en la Argentina. 24 de Marzo de 1976.
El General José María Córdoba, quien acompañó al General Sucre en la batalla de Ayacucho, arengó a la tropa en aquel histórico día con la siguiente frase: “¡División!, ¡Armas a discreción y paso de vencedores!”[11], poniendo fecha cierta al final de la dominación española en Sudamérica.
Paradojalmente, a casi dos siglos, una nueva batalla se da en Sudamérica y en la Argentina, otra vez decisiva. Pero esta vez, los que vencen son los dominadores que ingresan “a paso de vencedores”.

3-4-          Algunos Datos de la Derrota
“Jamás tantos debieron tanto a tan pocos” Winston Churchill.
A partir de los días nefastos de marzo del ’76, nuestro país comienza un feroz período de retroceso en todas sus manifestaciones. Como por obra de una maldición, comienza a instalarse la presencia y crecimiento inevitable del endeudamiento externo. Los números:
 



 



























 










            Hemos hecho referencia a estos números, puesto que el enorme endeudamiento de nuestro país es una variable que explica las causas de una política y de una legislación, tanto en el orden presupuestario como en el fiscal, perjudicial para el interés nacional y para la mayoría de los argentinos por ende, y a la vez, es una consecuencia de un orden político contrario a nuestras propias posibilidades y que la instala. Luego toma vuelo propio.
            Ciertos sectores de la vida política, unilateralizando el análisis de nuestras desdichas, encuentran en la cuestión de la deuda, la única razón, o la más importante en su evaluación. Desde nuestro punto de vista, el endeudamiento nacido contrario al sentido común y a las necesidades del país, en 1976, es parte de un modelo económico neoliberal  más vasto y complejo.
            En este mismo trabajo, hemos hecho referencia al contexto internacional que sirve de marco para la aplicación de dicho modelo en nuestro país. La debilidad política, más allá de su barbarie, de la Junta Militar que encabezó este proceso, encaja adecuadamente a los objetivos perseguidos por el sistema financiero internacional de la época, posibilitándole endeudar a la Argentina más allá de sus necesidades y sus posibilidades. Esta cuestión, ha sido examinada en un juzgado federal de la nación en la causa Nº 14.467 caratulada “Olmos, Alejando s/ denuncia”, expediente Nº 7.723/98. Señala el juez de la causa sobre el final de su investigación que el proceso de endeudamiento argentino a partir de 1976, “ha resultado groseramente incrementado, mediante la instrumentación de una política económica vulgar y agraviante, que puso de rodillas al país a través de los diversos métodos utilizados...”.
            Es necesario puntualizar, que no solo fue vulgar y agraviante el proceso del endeudamiento, sino todo aquello que lo complementó. Como por ejemplo:
a)      Liberación de precios
b)      Congeló salarios
c)      Devaluó
d)      Redujo aranceles aduaneros
e)      Liberalizó el régimen de inversión extranjera
f)          Llevó a cabo la reforma financiera del ’77 aboliendo los controles de las tasas de interés
g)      El número de entidades financieras aumentó el 50% en cuatro años
h)      Reglamentó la cuenta de regulación monetaria, caja de compensación entre los bancos y el Banco Central, que debido al aumento de la tasa de interés fue una causa decisiva del aumento del déficit fiscal
i)        Liberalizó el comercio exterior, sin lograr bajar los precios y sin modernizar la economía determinando la quiebra de gran parte de la industria nacional
j)        Generó desocupación
k)      No controló la inflación y sí el precio del dólar (la tablita)
l)        Fomentó el ingreso de capital golondrina o cortoplasista

El doctor Martínez de Hoz, principal imputado en la causa mencionada, cayó en 1981. El país también.  Es precisamente este período el que se recuerda como el de la “plata dulce”. Sin embargo, es ya sabido que después de un breve período de aparente bonanza, esta vez liquidado por el aumento vertiginoso de las tasas de interés a nivel internacional, encuentra su límite. Sobrevienen el frenazo y la hecatombe. El General Videla y Martínez de Hoz que parecían eternos, poco tiempo después se los recordaba como la peor pesadilla, pero ya no estaban. Lo que permanecía era el modelo neoliberal.
La derrota en Malvinas aceleró la caída del gobierno militar, y, sin embargo, la democracia formal establecida en el país a partir de 1983 no logró modificar lo puntos centrales con que hemos descripto la complejidad del modelo vigente.
Tiempo después de recuperadas las instituciones democráticas, grandes sectores de la población llegaron a la conclusión de que con la democracia no se comía muy bien ni se educaba tan bien y tampoco garantizaba un buen gobierno. La desconfianza y la desazón iban in crescendo.
La inflación también. En 1989 llegó a 4.900% anual. Para llegar a esto se pasó por una pretendida dureza desde el principio, en la relación con los acreedores externos, y un intento de conformación de un club de deudores, intentando luego el Plan Austral, que fue simplemente un plan de ajuste. Como todo plan de esta naturaleza, fracasó marcando el comienzo del fin de los cien años prometidos de democracia alfonsinista. El gobierno retrucó con el Plan Primavera, que en medio de su fracaso lanzó el recordado “festival de bonos”. El descontrol del mercado ya era evidente en una sociedad que en estas circunstancias se puede caracterizar como mercadocéntrica. El presidente denuncia un golpe de mercado sin nombre y sin apellido. Es el fin.
Los mecanismos institucionales no han servido para resolver la crisis económica. La crisis de la representación política se instala en todo el país.
La deuda externa había ascendido a 63.000 millones de dólares, la desocupación rondaba el 9% y la desesperación se paseaba por las calles de la Argentina. Ya es un lugar común decir que los políticos no cumplen con sus promesas electorales.

3-5-          Otra Vuelta de Tuerca
Un candidato justicialista, “antisistémico”, “transgresor”, el doctor Menem, triunfa las elecciones de 1989 y el presidente renuncia. La revolución productiva y el salariazo son sus propuestas de gobierno.
En los primeros meses de gestión no puede controlar la inflación recurriendo a la ley de Convertibilidad estableciendo un tipo de cambio rígido de un dólar un peso.
Esta medida que prometía una estabilidad cambiaria aparecía como heterodoxa tanto como su mentor, el doctor Caballo. Lo que no era heterodoxo, era la alianza entre el establishment local y el establishment extranjero. Muy similar a la alianza del gobierno cívico-militar con los mismos sectores, de tal manera que lo que aquel no hizo lo concluyó este gobierno (privatizaciones por ejemplo).
Para llevar adelante este programa convertible, que garantizaba la transferencia de riquezas al extranjero, fue necesario dictar la ley de Reforma del Estado Nº 23.696 que autorizó la venta de activos públicos, saliendo favorecidos los acreedores externos, los exportadores y los grandes contratistas del Estado. A su modo, estas medidas fueron un nuevo y más poderoso plan de ajuste. Se dictó también la ley Nº 23.328 que fijó el tipo de cambio y sería la base la Convertibilidad. En los años sucesivos, el peso se apreciaría y el dólar se depreciaría con relación al primero. El fenómeno es parecido al de “la tablita”.
A partir del establecimiento de este modelo, el Estado no podía emitir si no tiene los suficientes dólares para hacerlo, luego, el déficit fiscal se cubre con endeudamiento, tanto interno como externo. Si observamos el cuadro de la deuda y su evolución veremos el aumento de la misma durante el gobierno del doctor Menem desde 65.300 a 146.219. Hay que tener presente que al mismo tiempo, ingresaron aproximadamente 36.000 millones de dólares en concepto de privatizaciones.
 Argentina: Estado conjetural de la deuda externa si se hubieran aplicado las tasas de interés históricas, 1976 a 1988 (en millones de dólares y tasas).


Deuda presunta (1+2+4+5)

Entrada real de capital
Tasas de interés históricas a/
Intereses presuntos (1+2) por 3/100
Pagos reales de intereses y amortizaciones b/

1
2
3
4
5
1976
8280 c/
261
6,7
572
-687
1977
8426
556
7,5
674
-710
1978
8946
302
8,6
795
-1634
1979
8409
4760
12,3
1620
-1218
1980
15571
2176
14,5
2573
-2212
1981
18108
1519
11,3
2218
-3896
1982
17949
1684
7,1
1394
-5150
1983
15877
-21
4,2
666
-7530
1984
8992
2661
5,3
618
-6077
1985
6194
1982
4,5
368
-3238
1986
5306
1968
2,9
182
-4449
1987
3007
2319
4,7
250
-4351
1988
1225
3430
5,1
237
-4942
1989
-50




Los valores de las columnas 1, 2, 4 y 5 están expresados en millones de dólares; y los de la columna 3, en porcentajes.
A/ Se ha supuesto que la tasa de interés histórica es la inflación de los Estados Unidos más el 1%. B/ Se consideraron sólo las amortizaciones del sector oficial. C/ Corresponde a la deuda real a fines de 1975[12].

Evidentemente, esto no ocurrió. El gobierno radical que había prometido discriminar la deuda legítima de la ilegítima no lo hizo, y el gobierno  del doctor Menem, lejos de discriminar, ingresó al denominado “Plan Brady”.  En el marco de este plan, la Argentina canjeó deuda a partir de abril de 1993. Según el autor citado anteriormente, se liberaba de responsabilidad a los bancos y los acreedores en adelante serían tenedores en bonos, tanto fondos comunes de inversión de los países centrales, como administradores de jubilaciones y pensiones, nacionales y extranjeros.
Es sabido, que el balance comercial y el balance de servicios, forma la cuenta corriente de la República. Salvo el año 1991, en el marco del plan convertible hasta el 2001, la cuenta corriente del país tuvo un déficit crónico[13]. En los primeros años, el producto de las privatizaciones logró mantener un equilibrio y posteriormente se desbordó.

Antes de que el presidente justicialista terminase su mandato, los argentinos ya sabían que no habría ni revolución productiva, ni salariazo. También sabían en consecuencia que nuevamente las promesas electorales les habían hecho perder el tiempo y comenzaban a descubrir “la corrupción”.
Según Maurizio Cotta[1], el régimen representativo es para algunos un procedimiento, y para otros, la representación la examinan desde una perspectiva sustancial. Vista la representación política desde cualquier perspectiva, en cualquier caso, y previo al mandato de doctor De la Rúa, ésta ya está en crisis. El número de desocupados, de pobres, de quebrados y endeudados, es asombroso. La corrupción es la culpable y en una campaña aburrida como pocas se impone la Alianza encabezada por el doctor De la Rúa, aburrido como su campaña.
Los argentinos están reñidos con la política. El presidente avanza con el modelo neoliberal convertible. El déficit en cuenta corriente persiste. Ya nadie le quiere prestar a la Argentina, y todos saben que no va a poder pagar.
El corralito se ve venir. Los capitales fugan ¿20.000 millones?. El 20 de diciembre de 2001 es la crónica de un final anunciado.
A esta fecha, la concentración de capital es la más profunda de la historia argentina hasta el momento. La desocupación también. Los números de la pobreza conmueven y son uno de los tantos productos de las quiebras interminables.
Mientras Estados Unidos muestra una tasa de interés de 1,50, en la Argentina se pagan hasta el 80% anual en descubierto.
El 37% del presupuesto nacional se utiliza en seguridad social. El 20% del mismo presupuesto, en pagos de servicios de la deuda. A un ajuste (Machinea) sigue otro, y a ese otro, y así hasta el hartazgo. Las instituciones no resuelven nada. El sistema no ofrece, simplemente ajusta.
De nada sirvieron el “Blindaje” y el Megacanje. El derrumbe era imparable.
En estos años de Convertibilidad[2] el Producto Bruto Interno había crecido el 6,6% en 1991.
1992: + 9,6
1993: + 5,7
1994: + 5,8
1995: - 2,8
1996: + 5,5
1997: + 8,1
1998: + 3,9
1999: - 3,4
2000: - 0,8
2001: - 4,5
En medio de la caída del producto bruto, y la concentración económica, se verifica el aumento de todos los males sociales: desocupación, pobreza, marginalidad, mortalidad infantil, criminalidad, inseguridad jurídica, regreso de enfermedades desterradas, disfunciones en todas las burocracias estatales, deserción escolar, etc., y para completar, asoma la Argentina morosa. En esta Argentina morosa, el sistema bancario regente del lugar, también se vuelve moroso. Ha estallado el modelo. La crisis del sistema político-representativo muta en implosión.

3-6-          De la Proscripción a la Abstención
En otras etapas de la historia argentina, toda vez que el sistema político no estuvo en condiciones de responder a los reclamos de la sociedad, resolvió el problema proscribiendo a las agrupaciones políticas o sindicales, o de cualquier otra naturaleza que se opusiera a su modo de gestionar la cosa pública.
Es verificable la proscripción como método, especialmente del peronismo a partir de 1955, y en algunos casos, aunque breves, la proscripción de la totalidad de la actividad política.
Era precisamente la política la herramienta utilizada por los rebeldes o descontentos para expresar tales sentimientos, como así también sus esperanzas. En esta mirada que hemos realizado de los últimos veinticinco años, especialmente del último fracaso de la burguesía argentina y su breve romance con el doctor De la Rúa, concluimos que el escepticismo y el descreimiento han ido aumentando en una proporción directa con la profundización de la aplicación del modelo neoliberal salvaje y desbastador, y llevado adelante por los diferentes gobiernos mencionados. Muchos de los que antes eran proscriptos, hoy se abstienen. Clemente reinó en las urnas, en las elecciones del 2001.

4-             Una Reflexión Final
“... nos ha mostrado de modo recurrente que las dos fuerzas sobre las que se basa el poder en esas sociedades, la más fuerte, la que asegura en el largo plazo el mantenimiento y el desarrollo de ese poder, no es la violencia bajo todas sus formas, que ejercen los dominantes sobre los dominados, sino el consentimiento bajo todas sus formas de los dominados hacia su dominación”[3]. Surge de la transcripción de este pensamiento, que esta situación de dominación, o lo que es lo mismo, de vigencia del modelo neoliberal, persiste en tanto que aceptada por la mayoría de los argentinos.
Entendemos que es aceptada en tanto no es comprendida.
“Les he dicho esto
 pero pienso que pa’nada,
porque a la gente azonzada
no la curan con consejos:
cuando muere el zonzo viejo
queda la zonza preñada”.[4]
La persecución de objetivos que tengan que ver con la modificación de las actuales condiciones, no sólo en la Argentina, sino en la región, dándonos una nueva perspectiva de conceptos tales como: la Nación, la Soberanía, nuestro interés, el Estado que necesitamos, los amigos y los enemigos de nuestro interés, y todo esto fundado en un pensamiento genuino, puede poner fin a esta decadencia de la política y ayudarnos a pensar la forma de construir el nuevo Estado NACIONAL REGIONAL DEMOCRÁTICO PARTICIPATIVO.

“Nos han robado hasta la primavera,
pero no pueden con nuestra canción”[5]  





Nota: Este trabajo ha sido realizado por el Dr. Mauro Aguirre con el objeto de ser expuesto en el Congreso Nacional de Ciencia Política durante los días de Octubre de 2002.-




[1] Cotta, Maurizio, “Representación Política”, ed. Siglo Veintiuno Editores, México, 1992, pp. 1389.
[2] Fuente: Ministerio de Economía.
[3] Godelier, Maurice, “Lo Ideal y lo Material”, ed. Fayard, París, Francia, 1984, pp. 23 y 24.
[4] Jauretche, Arturo, “El Paso de los Libres”, en “Manual de Zonceras Argentinas”, ed. Peña Lillo, Buenos Aires, Argentina, 1983, pp. 9.
[5] Los Nocheros.
 

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